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Entrevistas imposibles
Con
Frida Kahlo
en la casa azul
de Coyoacán
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El
26 de agosto de 1939 la prensa mundial se hizo eco del asesinato de León
Trotski, el creador del ejército rojo e
intelectual de primera línea junto a Lenin y
Stalin en la creación de la Unión Soviética;
Trotski muere en manos de sus enemigos,
después de haber sido perseguido por diferentes países del mundo. Este
hombre que terminó sus días muy lejos de su revolución, creyó haber
encontrado un lugar seguro en México, donde llegó a tener un grupo de
amigos y simpatizantes políticos que lo protegían.
Gracias a la intercesión del muralista Diego Rivera y su esposa
Frida Kahlo ante
el presidente Cárdenas, esta personalidad del siglo XX pudo refugiarse
en el país. Vivió con ellos compartiendo dos años y cuidando que el
grupo enviado por Stalin no pudiera alcanzar
su objetivo. Para eso las ventanas que daban a la calle de la casa azul
de Coyoacán, fueron tapiadas con adobe y la
presencia de personal policial y compañeros que se turnaban por la noche
no hacía prever el ingrato acontecimiento. Trotski
fue asesinado por el jardinero Ramón Mercader que se había ganado la
confianza de los dueños de casa.
Inmediatamente son detenidas Frida y su
hermana Cristina. A su regreso a su casa en
Coyoacán, conocida como la casa azul por todos, la espero para
hacerle una entrevista. Aún en un estado de honda tristeza se dispone a
mis preguntas. Pido permiso y enciendo mi pequeño grabador.
¿Cuál fue su relación con Trotski?
-Diego y yo hicimos para que su estancia
fuese lo más confortable posible.Yo estaba
siempre en su compañia junto a mi hermana.
Mi admiración por este pequeño hombre se transformó en amor, nos
escribíamos cartas a escondidas, no se olvide que llegó a México junto a
su esposa Natalia, nuestra relación amorosa
duró hasta su muerte. Los días de soledad y aislamiento en la casa
fortalecieron nuestros lazos más allá de nuestras simpatías políticas.
¿Teme que sucedió algún tipo de infiltración entre los amigos que
protegían a Trotski?
-El G.P.U que es
el grupo que comanda Siqueiros, otro
muralista de renombre, que atentó contra Trotski
meses antes sin llegar a tocarlo, pudo lograr infiltrar al jardinero. No
olvidemos que este grupo es el eslabón de una cadena mundial y con mucho
poder ideológico entre personalidades del mundo intelectual como Pablo
Neruda.
¿Usted acusa al poeta de ser uno de los ideólogos del asesinato?
-A esta altura no creo en nadie, pero los rumores de asesinatos de
simpatizantes de Trotski en Barcelona, del
grupo PO.U.M, y la desaparición de su jefe
máximo, Andrés Nin, contaba con la
complicidad de Stalinistas de primera línea
como André Malraux
y Pablo Neruda, en estos momentos embajador
en París, siendo la persona más informada de los movimientos de los
grupos revolucionarios del mundo hispánico.
-Pero como dije antes, no creo en nadie, ni
en el propio Diego.
¿Su desconfianza también se extiende a su marido?
-El éxito de Diego en
EE.UU, ha extrañado a mucha gente, ya en los años 30 pintó una
serie de murales en San Francisco, uno de ellos nada menos que en la
Bolsa de Valores y más tarde en Detroit, la
cuna de la industria automovilística. De esta manera se relaciona con
personajes de la política estadounidense y por ende de sus fuentes de
poder que son los capitalistas que además pagaban sus trabajos.
-Otro suceso extraño es la afiliación de mi
marido al grupo de Trotski a su llegada.
¿Qué quiere decir con esto último?
-Que trató de ganar la confianza del
revolucionario.
¿Por último,sus ideas por la revolución?
-El asesinato me crea una desconfianza hacia
la Unión Soviética y mi acercamiento a posiciones críticas
anarquizantes contra todo tipo de poder.
Dando las gracias me retiro pensando que será de la Unión Soviética a
finales de siglo.